Mucha gente dice que los gatos no exigen cuidados, que son “independientes”... ¿Estás de acuerdo? Nosotros no: Si decidimos incorporar un gato a nuestra familia - por muy independiente que sea - va a necesitar recibir una serie de cuidados básicos fundamentales, una atención que le permita disfrutar, plenamente, de sus “siete vidas”.

Hoy vamos a hablar de tres cuidados básicos para tu pequeño peludo: el baño, el cepillado y el afilado de uñas.

Toca baño

Para empezar – y en este caso - vamos a olvidarnos de la “sabiduría popular”: nada de “los gatos no se bañan” o “el gato se baña solo”. Sea de pelo corto o largo, cachorro o adulto, si elegimos un gato como mascota, tendremos que asegurarle una serie de pautas de higiene básicas, ¿una de las más importantes?: el baño con agua y jabón.

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La piel del gato – como la nuestra – es su principal barrera contra la entrada de enfermedades, infecciones… Recordemos, además, que con su costumbre genética de pasar la lengua por el cuerpo para limpiarlo, hay un alto riesgo de que trague polvo, suciedad, descamaciones de la piel, pelo muerto… en definitiva: posibles gérmenes.

Muchos veterinarios aconsejan bañar a nuestro pequeño amigo una vez cada 3 o 4 semanas. La frecuencia depende de varios factores:

  • La fisonomía del gato: un gato “gordito” debería ser bañado con más frecuencia porque su volumen puede impedir que alcance con la lengua ciertas partes del cuerpo.
  • Longitud del pelo: la suciedad del pelo largo es más difícil de eliminar con la lengua que la del pelo corto.
  • Algunas patologías como alteraciones articulares del cuello: impiden que el animal se limpie correctamente con la lengua.
  • Espacio donde vive: por lógica, un gato que vive dentro de un piso se mancha mucho menos que uno que pasa la vida en un patio, sale al jardín, trepa por terrazas o tejados…

Además, si tú o alguien de tu familia es sensible a los alérgenos del gato, “lindo minino” tendrá que bañarse con bastante frecuencia…

Como sabes – o te imaginas – bañar a un gato no es tan sencillo como hacerlo con un perro porque estas mascotas suelen ponerse muy nerviosas ante el agua. Si acoges a tu mascota desde bebé y le acostumbras al baño en sus primeros dos meses de edad (etapa de socialización), no habrá ningún problema. Pero si el gato se integra a la familia ya de adulto…. .

¿El “truco”?: mucha mucha pero mucha paciencia. Intenta “jugar a bañarse”, ve despacio, sin movimientos bruscos, háblale suave y de forma tranquila (nada de gritos!), utiliza agua templada, evita los chorros directos de agua y, al final de la “tortura”, no olvides el refuerzo positivo: una jugosa golosina o un montón de mimos.

Después del baño es muy importante el secado: primero lo frotaremos bien con una toalla limpia y suave (ahí puedes aprovechar para “lo de los mimos”) y después utilizaremos un secador. Ten cuidado con la temperatura del aire y con no acercarlo mucho a sus ojos, oídos…

Un buen cepillado…

De forma complementaria al baño, es muy recomendable que cepilles dos o tres veces por semana a tu mascota, sobre todo si tiene el pelo largo. Un cepillado en profundidad eliminará el pelo muerto que puede tragar el gato en su limpieza diaria con la lengua, las famosas “bolas de pelo” que, si son muy grandes, pueden provocar graves obstrucciones intestinales.

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Uñas afiladas….: gato contento

Como sabe cualquier amante de los gatos, estos necesitan afilarse las uñas continuamente, tanto para ejercitarse como para marcar su territorio. Normalmente, eligen lo que “tengan a pata”: cortinas, muebles, tu sofá preferido… Es un gesto completamente natural y sin ninguna intención de estropear o dañar nada, ¡faltaría más!

Así, para mantener a tu gato equilibrado y feliz, debes darle “algo” que pueda arañar sin peligro. Hay varios juguetes rascadores en el mercado pero, si no te apetece comprarlos, recuerda que una simple madera forrada de una tela fuerte o una cuerda, hace las delicias del gato más exigente…

Curiosidades gatunas…

  1. El gato se convirtió en uno de los mejores amigos del hombre hace más de 9000 años…
  2. No todos los gatos tienen miedo al agua. Por ejemplo, La raza “Turco Van” vive en la zona del lago Van en Turquía y su alimento natural son los peces que puede pescar. Así que es muy habitual verle chapotear en busca de su almuerzo.
  3. El gato grande del mundo es el Ashera, un cruce genético entre el gato doméstico, el selval africano y el leopardo asiático. Esta especie de gato es, además, la más cara: puede llegar a costar…¡17.000 €!


  Sobre el autor

Marta Barrero

“Se puede vivir sin perro, pero no merece la pena” es una de las máximas de Marta Barrero, nuestra redactora especializada en formación, comunicación y publicidad.

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