El tener una araña como mascota puede resultar un tema algo controvertido. Nos encontramos tanto detractores, que afirman que son animales para vivir en libertad, como verdaderos apasionados de los arácnidos que disfrutan plenamente de su compañía en casa. Estos últimos intentan criarlas como si de un perro o un gato se tratase, queriendo también aumentar su "familia arácnida".

La cría de arañas en cautividad no es especialmente complicada a excepción de algunas especies más delicadas. Muchos animales al verse en cautividad no conservan los mismos instintos reproductivos que si estuvieran en su hábitat natural, por lo que, si estamos dispuestos a intentarlo, ¡mejor tener a mano algunos consejos!.

Consejos para la cría.

  • Un dato importante a tener en cuenta antes de juntar al macho y a la hembra es que ambos estén bien alimentados, ya que podrían darse disputas por este tema en vez de centrarse en el "romanticismo".
  • La hembra tendrá que haber mudado la piel recientemente para no perderla justo después de la monta o durante la gestación.
  • Las arañas son animales preferentemente solitarios, de modo que no podrán convivir en el mismo terrario la hembra y el macho. Normalmente el más fuerte acaba con el más débil, por lo que tan solo podrán estar en el mismo espacio en el momento de la reproducción.

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  • Vigilar en todo momento a nuestras arañas, desde el momento de juntarlas en el mismo terrario como durante el ritual de apareamiento. En determinadas ocasiones, y aunque todos los indicios hagan ver que todo va saliendo como debería ser, uno de los dos puede cambiar de opinión y empezar una pelea. En muchos casos puede que la hembra llegue a comerse al macho. Por esto, es fundamental no quitarles el ojo de encima para separarles en caso necesario.

¿Y los pasos para el ritual de apareamiento?

Después de tener en cuenta esas consideraciones, podemos ir planeando cómo hacer para que nuestras arañas se den el "sí, quiero". ¡Veamos los pasos a seguir!

  1. Lo primero es dividir el terrario de la hembra con un plástico o cristal transparente para poder introducir al macho. El acto siempre tendrá que desarrollarse en el hábitat de la hembra para que ésta se muestre más relajada.
  2. Tendremos que dejar el plástico hasta que no haya ningún gesto de agresividad entre ambos. Luego lo iremos quitando poco a poco, prestando atención a su comportamiento y separándoles nuevamente con el plástico si es necesario ante cualquier agresión.
  3. Cuando nuestras arañas estén preparadas entrarán en una sutil danza. Los signos pueden variar entre las especies, pero los más comunes son golpear el suelo con las patas y agitar su cuerpo arriba y abajo en el caso de los machos. Si la hembra está receptiva, se acercará al macho llegando a copiar los movimientos de éste.
  4. En el momento de la reproducción, la hembra dejará ver sus colmillos y el vientre y el macho procederá a sujetarla para evitar ser mordido. En algunas especies, el macho "acaricia" con una de sus patas a la hembra para aplacarla. Una vez ella se muestra receptiva, se produce la inseminación, tras lo que el macho se retirará rápidamente. En todo este proceso y como hemos dicho antes, es fundamental estar atentos ya que suelen producirse ataques bastante peligrosos entre ellos.
  5. Otro punto importante: en cuanto el acto reproductivo haya terminado, tendremos que sacar al macho del terrario, ya que muchas hembras tienden a comerse o a atacar al macho después de la cría.
  6. Podemos repetir estos pasos unos días después para cerciorarnos que la hembra queda preñada. Si ella lo rechaza firmemente puede ser una buena señal y que la primera vez fuese un éxito.
  7. Por último, sólo nos queda prestar atención a la hembra. Durante las próximas 5 o 10 semanas (dependiendo de la especie a la que pertenezca) podremos ir viendo el desarrollo de los huevos. Las arañas harán nidos en los que tejerán una telaraña a modo de cama para colocar sus huevos, que variarán en número dependiendo del tipo de araña.

Poco a poco irá creando una especie de capullo en el que cada huevo se incubará en un periodo determinado por la especie a la que pertenezcan (desde 2 semanas hasta 4 meses). Ten en cuenta que, como en casi todas las especies, las hembras se vuelven algo más "protectoras" durante este tiempo, por lo que no se separará de los huevos y podrá mostrarse agresiva ante intrusos.

Lo mejor es consultar a un experto que nos asesore de manera personalizada, ya que dependiendo de la especie de nuestra araña puede que tenga unas necesidades algo más específicas. Y por fin, si todo va bien, ¡vuestra familia arácnida se verá ampliada!