De entre todos a los que podemos considerar como auténticos animales domésticos, el gato ocupa una posición privilegiada en cuanto a su relación con poblaciones salvajes. Son las únicas mascotas que siguen en contacto con su lado más salvaje: excelentes cazadores, forman comunas cuando crecen lejos del calor humano e incluso pueden llegar a reproducirse con especies felinas salvajes. Hasta su proceso de domesticación fue diferente que en el resto de casos. La probabilidad de que un gato forme un vínculo con un ser humano depende mucho del contacto de éste con nosotros durante el período de socialización, es decir, en gatitos de entre tres y ocho semanas de vida. Un gato callejero sobrevivirá tan bien como cualquiera que tengamos en nuestra casa: cazará, formará grupos sociales y se reproducirán entre ellos sin problemas. Sin embargo, como no tuvieron contacto directo con personas durante sus primeros instantes en este mundo, nunca confiarán en el ser humano al cien por cien. Hay que tener en cuenta que hablamos sobre gatos que no viven cerca de ningún humano, que obtienen su alimento de la caza. Hay muchos ejemplos de situaciones intermedias, como gatos callejeros que se aprovechan de la comida sobrante de los humanos. Éstos pueden que confíen algo en los hombres, todo dependerá de cómo haya sido su vida con ellos.

El gato se acercó al humano y no al revés

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La historia del gato como mascota se remonta al Antiguo Egipto. Fue entonces cuando se formaron las primeras civilizaciones, dando lugar a las grandes poblaciones humanas. Más humanos en un mismo lugar implica más desperdicios, más basura, y más basura significa más ratas y roedores. Los parientes salvajes del gato encontraron en las primeras ciudades el lugar idóneo para cazar. Un auténtico festín al que fueron poco a poco acercándose hasta formar su nuevo hogar allí, en las primeras ciudades, con los humanos como vecinos. Hasta entonces, los animales se habían “sacado” de la naturaleza porque les eran útiles a los hombres. Los perros ayudaban en la caza y defendían el hogar. Otros animales eran útiles para el transporte, para las tareas del campo o servían como alimento. Pero a diferencia de todos ellos, el gato fue el que se acercó al ser humano. Los hombres de entonces, viendo su utilidad a la hora de erradicar las plagas de roedores, los acogieron de muy buena gana. En el Antiguo Egipto eran hasta dignos de admiración y venerados como dioses.

La mascota salvaje

Exceptuando las razas más especializadas que tanto dependen del ser humano, el resto de gatos son perfectamente capaces de vivir de manera independiente. Es más, aunque haya sido socializado en algún hogar, la flexibilidad de los comportamientos del gato les hace capaz de pasar de un estado totalmente dependiente del hombre a la independencia total, pasando por estados intermedios donde mezclará la caza y la obtención de alimentos en los desperdicios humanos. Por tanto, se podría decir que a excepción de las razas puras, los gatos no han sido completamente domesticados, como ocurre con otros animales como el perro, por ejemplo. Además, la capacidad de cazar se ha mantenido generación tras generación debido a los requerimientos alimenticios de los gatos. Antiguamente, cuando la carne fresca no era un bien tan disponible como para compartirla con los compañeros felinos, los gatos con buenas habilidades de caza tenderían a sobrevivir más, ya que seguirían dependiendo en parte de ella. Por todos estos motivos, los parientes salvajes de los gatos se encuentran mucho más próximos a los domésticos que en los casos de otras mascotas. Esta diferencia es tan escasa que se han dado casos, no solamente de reproducción entre gatos salvajes y domésticos, sino también de gatos domésticos que han tenido crías con gatos monteses, una especie de gato totalmente salvaje.

Los gatos pueden vivir solos, ¿para qué quieren a un humano?

No sirva este artículo para justificar a cualquier desalmado que pretenda abandonar a un gato, cuidado. Aunque nuestros compañeros felinos se la pueden apañar bastante bien sin los humanos dado sus formidables cualidades como cazador, los gatos siempre vivirán más y mejor junto a nosotros. Nosotros también sobreviviríamos, aunque a duras penas, viviendo aislado de toda civilización, cazando y haciendo hogueras para calentarnos, pero no aguantaríamos mucho sin la medicina. No abandones a tu gato, necesita tanto a su veterinario como al calor de tu hogar para que su vida mejore, sea más plena y feliz. Y la tuya seguro que también mejorará, con creces, con un amigo gatuno a tu lado lado.



  Sobre el autor

Juanfra Vázquez

Biólogo, etólogo y escritor. Aunando sus dos grandes pasiones, el comportamiento animal y la escritura, para ponerlas a disposición de Mascotea y de vuestras mascotas.

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