Los gatos son uno de los animales más meticulosos en cuanto a su higiene. Siempre están acicalándose el pelo y usando cualquier objeto (a poder ser querido por "su humano") para tener perfectas las uñas. Pero aún no han aprendido a lavarse los dientes como hacemos nosotros, aunque con lo listos que son ¡poco les falta!

Mientras llega ese día, el cuidado de los dientes de nuestro gato corre a cargo nuestro. Y puede parecer un proceso complicado si pensamos en nuestros felinos como esos pequeños salvajes que no se dejarán. Como siempre decimos en Mascotea, una buena dosis de paciencia y un poquito de habilidad pueden con todo. Y si a eso les sumamos unos cuantos consejos de cómo hacerlo, ¡mejor que mejor!.

1. Primero, la teoría

Es importante saber qué tenemos que limpiar y cómo hacerlo, y para ello lo mejor es asesorarse bien. Además, es conveniente saber qué problemas bucales pueden tener los gatos, para poder distinguirlas en un primer momento y no hacer ver las estrellas a nuesto compañero felino.

Lo más común es la gingivitis, al igual que nos pasa a nosotros. Normalmente viene ocasionada por el sarro y la acumulación de alimentos entre los dientes. Eso sí, si el sarro es muy abundante, es mejor que le realice la limpieza un especialista, ya que podríamos dañar a nuestra mascota.

2. Empezamos con una revisión

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Como es lógico, después de estudiar hay que ponerse manos a la obra. Tendremos que ver en qué estado tiene la boca nuestro gato, y si mantenemos la higiene de una manera periódica cuidaremos de su salud por mucho tiempo. Se recomienda hacer la limpieza como mínimo una o dos veces por semana.

En este primer paso podemos comprobar si tiene problemas algo más graves. Si percibimos un aliento fuerte y desagradable, o si se lame en exceso o evita comer son síntomas de que algo no está bien. Lo mismo pasa si vemos alguna encía muy enrojecida o incluso llegando a sangrar. Lo mejor en estos casos es pedir cita con nuestro veterinario.

3. Preparando materiales

Tranquilos, no vamos a necesitar ni sillón de dentista ni los numerosos "aparejos" que utilizan nuestros dentistas. Para nuestro gato podremos utilizar una gasa o un cepillo de cerdas muy blandas. Los cepillos infantiles son perfectos para estos casos, además de los que podremos encontrar en las tiendas de mascotas.

En dichos centros especializados, también encontraremos pasta de dientes especial para gatos, con sabores muy atractivos que harán que la limpieza sea muy fácil. Eso sí, bajo ningún aspecto tendremos que darles pasta de dientes humana, ya que contienen agentes muy tóxicos para ellos como el sulfato de sodio.

Se puede utilizar también algún tipo de suero estéril, siempre en dosis muy pequeñas, pero lo mejor es preguntarle a nuestro veterinario antes de probar ningún método casero.

4. ¡A cepillar!

Toca el momento clave: el cepillado de dientes. Lo mejor es colocar a nuestro gato en el regazo, de manera que podamos tenerlo controlado. Si utilizamos una gasa, nos envolveremos el dedo índice con ella y frotaremos suavemente dando pequeños círculos. Si optamos por el cepillo, tendremos que recordar que siempre hay que cepillar de arriba abajo, para no hacerle daño en las encías.

Las primeras veces nos limitaremos a cepillarle uno o dos dientes, para después felicitarle y premiarle con golosinas o lo que a él más le guste. Que tenga la sensación de que esto es algo bueno y esté relajado en las veces posteriores. Lo ideal es comenzar estas rutinas cuando son cachorros, ya que aprenderán a dejarse incluso en la zona posterior de la boca, ¡una de las más complicadas e invasivas para ellos!

5. ¿Reto no superado? No está todo perdido

Si nuestro gato ha decidido firmemente que de ningún modo vamos a meternos en sus "cosas personales", hay otros métodos que nos ayudarán a mantener controlada su higiene bucal. Lo primero y más recomendable es acostumbrarles a que coman pienso, ya que el tener que roerlos evita la formación de placas de sarro.

También existen palitos y productos preparados especialmente para contribuir a su salud dental gracias a componentes como vitamina E o selenio.

Otro de ellos son unas gotas que podemos añadir al agua y que eliminan sarro y bacterias en la boca. Eso sí, ya sabemos lo sibaritas que son nuestro mininos, así que debemos estar atentos con este remedio. Si detectan que no les gusta el nuevo sabor, no beberán agua.

Ante todo, lo dicho: paciencia, paciencia, paciencia y ¡muuuucho cariño!