Las mascotas como los perros, los gatos o los hurones tienen unos diminutos y agresivos enemigos que tú, como responsable del animal, debes conocer y saber cómo evitar. Hablamos de parásitos externos - pulgas, garrapatas…- y también de parásitos internos - larvas, gusanos…-. Hoy vamos a aprender un poco más sobre estos indeseables inquilinos.

¿Qué es un parásito?

Dicho de forma sencilla, un parásito es un organismo animal o vegetal que se alimenta de un ser vivo produciéndole en muchas ocasiones molestias o enfermedades. En relación a nuestras mascotas, hay dos tipos de parásitos que deben preocuparnos especialmente:

  • Los parásitos externos. Normalmente pulgas y garrapatas.
  • Los parásitos internos. Habitualmente redondos o planos que se alojan en el organismo de los perros, los gatos y los hurones.

Los parásitos externos

Las pulgas y las garrapatas son los llamados ectoparásitos que atacan con frecuencia a nuestros animales de compañía.

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Las pulgas son insectos que se alimentan de la sangre del animal mediante una picadura. Las garrapatas son ácaros que, también y como vampiros, chupan la sangre de los animales a los que pican. Las víctimas de las pulgas y las garrapatas son los animales de sangre caliente: perros, gatos, ratones, loros y, claro, personas. La picadura de estos parásitos, además de ser molestas y producir un fuerte picor, puede ser el origen de alergias o dermatitis e, incluso, trasmitir importantes enfermedades como la Dipilidiosis. Si vives en una zona cálida y húmeda, tu mascota se verá expuesta a las pulgas y garrapatas durante prácticamente todo el año. Afortunadamente, en el mercado hay muchísimos productos que tratan eficazmente estas plagas: collares, pipetas, champús, colonias… No olvidemos que tanto las pulgas como las garrapatas también pueden picar a los seres humanos, colonizar alfombras y moquetas, anidar en sofás y camas... Mantener libre de parásitos externos a tu mascota es fundamental no sólo para él o ella, sino para toda la familia.

Los parásitos internos

Los parásitos internos son pequeños seres vivos que, alojados en el interior del organismo de nuestras mascotas, son origen de numerosas enfermedades y dolencias. Hay muchos tipos de parásitos intestinales, pero los más habituales son los redondos o vermes y los planos o tenias. Contagiarse de parásitos intestinales es relativamente sencillo porque su vía principal de transmisión son las heces. Si tu peludo toca alguna caca infectada, olfatea un rincón donde haya deyecciones o se lame una pata que ha pisado un resto… el contagio está asegurado. Otra forma de contagio es a través de la leche materna. Una hembra infectada trasmitirá los gusanos a sus cachorros y estos, a su vez, los diseminarán a través de sus heces. Estos parásitos internos roban el alimento del animal infectado, se llevan sus nutrientes y pueden producir rápidamente un cuadro de desnutrición que, si no se pone freno, puede desembocar rápidamente en una anemia. Normalmente, se alojan en el intestino delgado, pero no es raro que se diseminen y afecten a otros órganos delicados: el corazón, los pulmones… ya te imaginas la gravedad. Todos los perros y gatos están expuestos a contraer parásitos intestinales, pero quizá los más vulnerables - por sus características físicas - sean los cachorros de entre 0 y 6 meses de edad. Los síntomas de una mascota infectada son varios y hasta que el problema es bastante grave, muy difíciles de detectar. El perro o gato infectado irá perdiendo el apetito, se volverá más perezoso y apático, su pelo perderá cierto brillo y elasticidad. Cuando la infección se agrava comenzarán los síntomas más evidentes: vómitos, diarrea, pérdida de apetito… Si los parásitos se extienden y llegan hasta las vías respiratorias pueden provocar peligrosas neumonías e incluso la muerte.

Un dato importante: este tipo de parásitos intestinales se puede trasmitir a los seres humanos y, si no se detecta y trata a tiempo, producirá los mismos síntomas que a los queridos peludos.

Afortunadamente, la medida de prevención es sencilla: seguir un tratamiento antiparasitario. Tu veterinario puede facilitarte un tratamiento en forma de pastillas o jarabes que protegerá de forma eficaz a tu mascota.

Los tratamientos antiparasitarios no son como las vacunas, es decir: no protegen al animal para futuras infecciones sino que eliminan los parásitos que, en el momento del tratamiento, estén dentro del cuerpo de nuestra mascota. Por ese motivo todos los veterinarios aconsejan repetir el tratamiento de desparasitación cada tres o cuatro meses.



  Sobre el autor

Marta Barrero

“Se puede vivir sin perro, pero no merece la pena” es una de las máximas de Marta Barrero, nuestra redactora especializada en formación, comunicación y publicidad.

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