Este mes de marzo de 2014 ha dejado una gran noticia a los amantes de las mascotas: por fin la Unión Europea ha prohibido tajantemente utilizar a los animales como soportes de experimentación de cosméticos.

Prohibido comercializar

A partir del 11 de marzo la Unión Europa prohíbe taxativamente que se importen, exporten, compren o vendan artículos que se hayan probado o experimentado sobre cualquier clase de animal. Esta prohibición es la fase final de una serie de decisiones destinadas a incrementar el respeto por el bienestar y la salud de los animales en todos los países europeos. Es clave la frase de Tonio Borg, el Comisario de Salud y Política de Consumidores de la Unión; cito textualmente: "La entrada en vigor hoy de la prohibición total de comercialización es un mensaje claro sobre la importancia que atribuye Europa al bienestar de los animales".

Puro afán de lucro...

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Según PACMA, en la Unión Europea se utilizan más de 12 millones de animales en experimentos de todo tipo. De forma tradicional los medios de comunicación nos han concienciado de que la experimentación es completamente necesaria para obtener nuevos medicamentos que erradiquen las enfermedades típicas del ser humano. Probar o testar una fórmula sobre un simple ratón o un perro abandonado salvará la vida de cientos, de miles de niños. Realmente suena bien, suena como un bonito cuento de hadas. Tenemos que saber que la experimentación de animales con fines médicos o terapéuticos es mínima en relación al volumen final. La mayor parte de los experimentos se realizan para la industria armamentística, el marketing, el ocio y la estética (cosméticos, perfumería). Es decir: productos de consumo masivo que revertirán miles de millones de beneficios a las grandes empresas y corporaciones que todos conocemos. Estos experimentos no buscan mejorar la salud del ser humano. Buscan otra cosa: simple y puro dinero. Pinturas, detergentes para el hogar, desatascadores, refrigerantes y aceites de motor, golosinas, aditivos para la comida rápida, tabaco, champú, cremas para la cara, cuerpo y manos, maquillajes, lacas para el pelo… los productos que se experimentan con cobayas, ratones, perros, gatos, cerdos, caballos… no tienen fin.

Las barbaridades de la experimentación

¿Cómo se testea que un cigarrillo creará una adicción "x" en un periodo de tiempo "y"? Sencillo. Hagamos que una muestra de 100 ratones inhale humo de forma ininterrumpida en su jaula durante un mes, introduzcamos partículas de alquitrán o de papel en su pienso y, por qué no, inoculemos unas gotas de nicotina en sus ojos.  ¿Cómo probaremos que un champú está especialmente indicado para el cabello fino del bebé? Fácil: probémoslo en diferentes dosis sobre el pelaje de unos 8 o 10 gatos callejeros o, por qué no, inoculémoslo directamente en su piel, de esta forma el experimento será más fiable… Y, algo sumamente habitual: ¿Cómo comprobaremos el daño ocular que puede ocasionar el maquillaje si se introduce por error en los ojos de las queridas usuarias? La respuesta es sencilla: utilizando el llamado "test de Draize". Para realizar este famoso test se suele utilizar conejos: se les inmoviliza y se introduce el cosmético en sus corneas. Si pasadas unas cuantas horas la reacción fisiológica es "aceptable" el producto se considera seguro. ¿Y si no lo es? Buena pregunta… En cuanto a las pruebas militares… secreto absoluto. Diversas fuentes afirman que fuerzas militares de todas las naciones del mundo acostumbran a probar sus armasquímicas o biológicas sobre monos, perros y gatos. Gases, virus, nanotecnología… Pero los experimentos no terminan ahí. Animales de todo tipo son utilizados cada día como simples blancos para afinar la puntería de los cadetes en las academias o para probar la eficacia letal de una nueva munición.

En definitiva: demos la bienvenida a esta disposición de la Unión Europea, pero no cerremos los ojos a otras realidades:

  • Hay sectores como el militar que quedarán exentos de acatar esta prohibición.
  • En el mundo hay muchas naciones que no pertenecen al entorno europeo, países sin escrúpulos, del norte, centro y sur, que se van a "poner las botas" con esta prohibición europea.

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  Sobre el autor

Marta Barrero

“Se puede vivir sin perro, pero no merece la pena” es una de las máximas de Marta Barrero, nuestra redactora especializada en formación, comunicación y publicidad.

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