Los gatos poseen un instinto que les convierte en uno de los animales de compañía más limpios que existen. Desde que son muy pequeños, aproximadamente entre dos y cuatro semanas de edad, aprenden con mucha facilidad dónde tienen que realizar sus deposiciones, ¡es ver un cajón de arena y tienen muy claro que ese será su retrete privado!.

Hasta hace pocos años, la oferta en cuanto a los productos higiénicos de nuestro gato eran bastante limitados, centrándose como mucho en un solo tipo de arena comercial, lo que hacía que muchos dueños empleasen otras posibilidades como tierra o serrín. Esto es un grave error, ya que a pesar de que parezca que su función es similar, realmente pueden convertirse en un foco de infecciones tanto para el gato como para el resto del entorno.

Por esto, hay que tener en cuenta que nuestro gato, sibarita de por sí en muchos aspectos, no va a ser diferente en este. El cajón debe colocarse en un lugar tranquilo y limpiarlo adecuadamente, pero además utilizar un material "a gusto" de nuestro felino. Ten claro una cosa: al igual que a los humanos nos gusta la limpieza y la calidad, al gato también, y si no lo encuentra apropiado ¡buscará otros lugares alternativos!

Apuntes en general

Debemos tener en cuenta que el material que utilicemos para su lecho absorbente debe tener un tamaño adecuado, ni excesivamente grande, lo que dificultaría al animal la manipulación, ni excesivamente pequeño, que podría causarle molestias al quedarse entre los dedos de las patas. Además, una buena arena no soltará polvo en exceso, otro punto importante para cuidar los pulmones de nuestro gato, ya que dará más de una vuelta y más de dos para poder tapar todo correctamente.

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En el mercado encontramos muchas arenas con la etiqueta de "perfumadas" con diferentes olores. Puede que para los humanos un agradable aroma a lavanda sea de nuestro agrado, pero los gatos puede que no compartan ese gusto. Es recomendable hacer una prueba y controlar que no le desagrada, o nos encontraremos más de una desagradable sorpresa. Además, dichas arenas suelen absorber menos que las convencionales, por lo que tendremos que limpiarlas con más asiduidad. En pocas palabras: son poco efectivas, pueden causar rechazo y salen bastante más caras.

Tipos de arenas gatunas

Vamos a hablar de los tres materiales más comunes que podemos encontrarnos en cualquier tienda de animales o supermercado:

  • Sepiolita: sin duda el más común de todos y el que encontramos más fácilmente en casi cualquier sitio. La sepiolita es una arena grisácea de grosor medio. Esta arena tendremos que cambiarla más o menos una vez por semana por completo, limpiando y desinfectando bien el cajón antes de colocar la nueva. Las heces tendremos que retirarlas a diario.
  • Bentonita: este segundo tipo de arena tiene un tamaño un poco mayor que la anterior y es algo más redondeada. Tiene la ventaja de que la bentonita absorbe muy bien la orina, la cual queda recogida en una especie de bolitas, al igual que las heces, por lo que es mucho más sencillo recogerlas. Gracias a esto, podremos limpiar a diario tanto los residuos sólidos como líquidos, por lo que la arena nos durará mucho más tiempo. Limpiándola a diario, no tendremos que hacer el cambio total de la bandeja más que una vez al mes.
  • Gel de sílice: es uno de los materiales más novedosos y más efectivos, aunque notablemente más caros. El gel de sílice tiene el grosor aproximado de la sepiolita, pero de color blanco-transparente con algunas de color azul. Controla los olores tanto de la orina como de las heces, deshidratando estas últimas. Absorbe muy bien los líquidos impidiendo que se adhieran a la bandeja, por lo que retirarlos diariamente junto con los residuos sólidos es muy cómodo. El cambio total se realiza una vez al mes. Realmente es bastante más caro que los dos anteriores, pero si tenemos más de un gato en casa lo agradeceremos y notaremos la diferencia.

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También existen otras arenas más especializadas como las que se utilizan por ejemplo cuando necesitamos una muestra de orina del animal para llevar al veterinario. Son una especie de perlas redondeadas que no altera la orina, simplemente la absorben, pudiéndola analizar por el veterinario en caso necesario. Este tipo de arenas se venden en sitios especializados y nuestro veterinario será el que mejor pueda aconsejarnos sobre ellas.

Sin duda podemos perdernos a la hora de comprar este tipo de productos entre un sinfín de marcas y variantes. Lo más importante que hay que recordar es que es nuestro gato quien tiene la última palabra, no olvidemos que se trata ¡de SU baño!.