¿Crees que un gato, un perro, un cisne… puede sentir ese amor rabioso, pasional, mágico que algunas veces sentimos los humanos?

Hay muchas opiniones al respecto. Los amantes de los animales y los que disfrutan de una mascota en su vida, creen firmemente que el amor animal… existe. En cambio, muchos “naturalistas” puros opinan que ese amor que aparentemente vemos es un simple espejismo, un “trámite” de la naturaleza para conseguir el objetivo básico de la unión entre seres vivos: la reproducción de la especie.

¿Quién tiene razón? No lo sabemos, pero sí conocemos ciertos casos de amor animal del tipo “hasta que la muerte nos separe”:

El Chacal, amor solitario de dos

El chacal no tiene buena fama entre los humanos, quizá sea su aspecto sigiloso, su supuesta ferocidad…. Pero, en cuestiones de amor, destaca por ser uno de los animales monógamos de la Naturaleza. Es un animal profundamente antisocial – odia las manadas- pero cuando elige a su pareja, permanece con ella toda su vida, cría a sus hijos, procura alimento… Un amor solitario… de dos.

nutrias

El castor, construyendo su nido de amor

Estos trabajadores mamíferos, admirados por sus grandes obras de construcción, son seres tremendamente familiares. Habitualmente se unen a su pareja muy jóvenes y, juntos, construyen tanto su familia como sus viviendas. ¿Les une el amor por el trabajo? 

El buitre negro, sanción para el adúltero

Al principio de su edad adulta, estas fascinantes aves son capaces de luchar hasta la muerte por conseguir a su pareja perfecta. Pero una vez se ha consolidado una relación, el resto del grupo defiende la unión con picos y espolones, castigando a cualquier miembro del “pueblo” que intente destruir ese vínculo perfecto.

El cóndor negro, amor maduro

El cóndor puede vivir hasta 50 años. Así, no tiene ninguna prisa por consolidar una relación formal. Habitualmente vive con sus padres hasta los 6 años – madurez-, luego dedica un par de años a encontrar a su pareja perfecta con la que vive…. Para siempre….

El pingüino, ¿símbolo del amor perfecto?

No podíamos dejar de hablar en este artículo de los Pingüinos, esos permanentes invitados a  las fiestas de etiqueta. En las épocas del apareamiento, el pingüino siempre busca a su pareja del año anterior. Solo si no la encuentra, se une a otro ejemplar, pero cuidado, si aparece de pronto su “novia eterna” dejará a su nueva enamorada sin pensárselo un segundo.

El cisne, fiel para toda la vida

agapornis

El cisne es un ser de un solo amor: Una vez que elige una pareja, permanece con ella toda su vida, se reencuentran después de todas las migraciones y, cuando uno de ellos fallece, el otro no vuelve a “reconstruir” su vida. Hay casos contrastados en los que el macho, después de fallecida la hembra, cuida a sus polluelos hasta que pueden valerse solos…

El agaporni, compañeros inseparables

Bien es sabido que estas aves encuentran su pareja con la que convivirán el resto de su vida, aseándose, dándose de comer y criando juntos a su descendencia. Tan fuerte es la unión, que al separarse o morir uno de los dos, el que queda puede llegar a morir de pena.

Varios son los animales de la lista que podrían estar incluidos aquí: ratones, tórtolas, lobos... ¿Casualidad? ¿Búsqueda incansable de la reproducción? ¿O simple y puro amor?



  Sobre el autor

Marta Barrero

“Se puede vivir sin perro, pero no merece la pena” es una de las máximas de Marta Barrero, nuestra redactora especializada en formación, comunicación y publicidad.

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