No, no las hay

En este tema no vamos a deliberar mucho porque ya se trata una idea que se aferra al imaginario popular y que, pensamos, ya está bien de perpetuar. Es un mito que los que realmente entienden de mascotas siempre han intuido como falso, pero que además se ha visto confirmado a través de algunos estudios al respecto. Para empezar, no intentamos a negar la agresividad de nuestros compañeros caninos. Los perros son agresivos por naturaleza o, mejor dicho, pueden llegar a serlos. Pensad que ahora son uno más de la familia, al que queremos, que tanta compañía nos hace y con el que disfrutamos jugueteando; pero esto no siempre ha sido así. De hecho, es esta agresividad la que nos atrajo de este animal. Movámonos hacia atrás en el tiempo, allá cuando los primeros lobos se comenzaron a criar como perros. Imaginad a un cazador descansando en mitad de un bosque, comiendo del animal que tanto esfuerzo le costó cazar y compartiendo los restos con su lobo, o perro. Ese hombre buscaba la protección que la agresividad de este compañero que tanto necesitaba. Por supuesto, en un mundo mucho más civilizado como el actual, los perros nos aportan mucho más que simple protección por lo que la agresividad canina no puede ser más una excusa.

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La clave está en la educación

Como decíamos, todos los perros tienen un potencial agresivo y es independiente de la raza. Desde el más musculoso pastor alemán hasta el más enclenque chihuahua puede mostrarse violento si ha aprendido a ser así. Existen factores que pueden influir en potenciar esa cualidad innata de los perros, tales como el sexo masculino, el tamaño o la raza, pero representan una influencia mínima para que un perro se desarrolle como agresivo o no.

Es decir, con una educación equivalente, tanto razas grandes como pequeñas se van a comportar de manera muy similar. De hecho, por paradójico que pueda sonar, los perros de razas pequeñas son más propensos a ser agresivos que los de mayor tamaño. De nuevo, no influye ningún factor genético, sino el humano: luciendo menos inofensivos, su educación a menudo se descuida e incluso se muestra como algo positivo que sepa plantar cara a perros de mayor porte. Puede que hasta ellos se sientan inferiores físicamente y se esfuercen en parecer más agresivos.

Según un estudio realizado en la Universidad de Córdoba, donde se observaron 711 de distintos tamaños y razas, el factor determinante en la agresividad del perro no es otro que la educación, o falta de ésta, que reciba en sus primeros meses de vida. En esta investigación, donde se puso especial atención a razas supuestamente más agresivas, se determinó que factores como el sexo, la edad o el tamaño no influían en la agresividad del perro de manera significativa. Sin embargo, factores derivados de la educación que se le aporta sí que influían en el comportamiento del can. El haber recibido o no entrenamientos de obediencia, haber consentir en exceso a nuestros compañeros caninos, el tipo de castigo usado sobre ellos, el tiempo que dedicamos a pasearlo o a simplemente estar con ellos son los factores realmente decisivos, según este estudio.

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El fenómeno mediático de los ataques de perros

¿Cuántas veces se ha escuchado en las noticias que un caniche ha atacado a una persona? Ninguna. Es más, aunque le haya pasado a algún conocido probablemente ni te enterarás. “Es un perro pequeño, no fue nada”, dirán. Sin embargo, a menudo surgen casos de ataques, con graves consecuencias, por parte de perros de razas grandes. Noticias que suelen llevar a la alarma social. El estudio del comportamiento animal, del de nuestras compañeras mascotas, nuevamente muestra su razón de ser. No es sólo un cúmulo de conocimientos sin sentido sino que, poniendo como ejemplo lo citado aquí, tienen un impacto directo en nuestra sociedad.

¿Debemos castigar a los perros o legislar según la raza de éste? No, porque la raza, por mucho que nuestra subjetividad nos indique, no influye en su agresividad. El castigo debe estar dirigido a los dueños. Se debe entender que la solución es la educación, para prevenir casos graves de agresión y que, por tanto, la responsabilidad debe recaer sobre el ser humano, no sobre los perros que poca idea tienen de qué está pasando.

Pit bull con bozal



  Sobre el autor

Juanfra Vázquez

Biólogo, etólogo y escritor. Aunando sus dos grandes pasiones, el comportamiento animal y la escritura, para ponerlas a disposición de Mascotea y de vuestras mascotas.

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