No son pocas las ocasiones en las que una mascota y su cuidador parecen dos gotas de agua. Seguro que hemos visto miles de "parecidos razonables" en los que realmente tienen ese algo en común. ¿Nos encontramos ante una mera casualidad? Por supuesto que en algunos casos puede ser así, pero existen diversas teorías y actitudes que pueden llegar a explicar este fenómeno, todo mito siempre tiene parte de realidad!

Búsqueda de iguales

Existe un amplio estudio en la psicología humana llamado "atracción interpersonal". Estos estudios acerca de por qué nos llevamos mejor o peor con unas personas que con otras afirma que nos basamos en nuestras similitudes para establecer relaciones. Aunque en el campo de las mascotas no está tan estudiada esta teoría, muchos expertos creen que también podría aplicarse a las relaciones mascota-cuidador.

Al elegir una mascota, muchas veces inconscientemente, nos basamos en lo que nos resulte familiar y más cercano a nosotros mismos. Físicamente nos atrae más un animal que se parezca a nosotros en cierta manera (cara más alargada o redondeada, que sean más estilizados o más bajitos...), y muchas veces influye lo que sepamos acerca de esa raza en cuanto a comportamiento. Por ejemplo, las personas muy activas se sentirán atraídas por perros más atléticos que puedan acompañarles en sus deportes cotidianos. Las personas más caseras y tranquilas quizá prefieran la compañía de un gato bonachón.

Lo que buscamos es un pequeño espejo en el que al mirar a nuestra mascota nos veamos a nosotros mismos. Esta es, según los expertos, una manera de confirmar nuestra propia autoestima. Si eres una persona feliz y alegre, puede que te veas más reflejado en la radiante cara de un golden retriever que en la de un reptil, por ejemplo.

Un dato curioso. La Universidad de Columbia hizo un experimento en el que se preguntaba a un grupo de mujeres qué raza de perros les gustaba más de una lista de 4 perros (cocker spaniel, beagle, husky y basenji). Los resultados fueron asombrosos, ya que por ejemplo el 75% de las mujeres con el pelo largo se decantaban más por el cocker spaniel o el beagle, perros con orejas largas que se parece más a nuestro pelo largo, tapando las orejas.

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La convivencia es otra clave

Por otro lado, una vez comenzamos a convivir con una mascota la vamos moldeando a nuestra imagen y semejanza. Nuestros hábitos de vida influyen a nuestros compañeros mascotiles. Si llevamos un ritmo de vida más bien tranquilo, ellos se empapan de esa tranquilidad y lo van reflejando en sus rostros.

De igual manera, nuestra dieta y condición física hará que ellos se desarrollen de una determinada manera, más o menos similar a la nuestra. Al hablar de alimentación, si nosotros no cuidamos nuestra manera de comer muy difícilmente cuidaremos de manera correcta la de nuestra mascota, por lo que puede estar algo más rellenito o más delgado de lo normal como nos pasa a nosotros mismos.

Patrones de comportamiento adquiridos

También podemos añadir otro factor que es el de la repetición. Ya sabemos que los animales son mucho más inteligentes de lo que nos podemos pensar, y al igual que cuando viven con otros congéneres, al vivir con nosotros se fijan en nuestras pautas de comportamiento.

Los perros, por ejemplo, lo hacen de manera instintiva. En su caso, suelen adquirir comportamientos cuando viven en grupo con sus compañeros caninos. Por eso, del mismo modo se empapan de lo que nosotros les transmitimos y en muchas ocasiones llegan a repetir a su manera acciones que nosotros realizamos habitualmente.

Y si vamos uniendo todos estos pequeños detalles, atracción inicial, nuestro estilo de vida, aprender acciones de nuestro día a día... al final es lógico que nuestras mascotas acaben pareciéndose más de lo que creemos a nosotros mismos, porque de alguna manera nosotros mismos incentivamos que sea así.

Es más, está demostrado que cuanto más se parezca una mascota a su dueño, mejor será la relación que compartan. Por eso es muy importante tener una idea en mente de cómo queremos que sea nuestro nuevo compañero antes de tomar decisiones drásticas que acaben en "ruptura", en las que los peor parados son siempre nuestras queridas mascotas.



  Sobre el autor

Carol Rincón

Periodista, diseñadora gráfica y gatuna hasta la médula, entre otros vicios.

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