Seguro que más de una vez, al ver a una pareja de enamorados, hemos pensado la típica frase de "vaya par de tortolitos". No sabemos el origen de esta frase, pero sin duda una imagen que lo simboliza a la perfección es la de una pareja de agapornis haciéndose arrumacos.

Comúnmente llamados las aves del amor o los inseparables, esta subespecie de loro se caracteriza por su lealtad a la pareja, de la que se dice que escogen una para toda la vida. Pero, ¿es esto realmente cierto?

¿Los agapornis son fieles…

Realmente el agapornis, en cualquiera de sus 9 variantes, es un ave muy sociable y que requiere de atenciones continuas. Dichas atenciones, puede recibirlas tanto de su dueño, al que demostrará una gran lealtad, como de su pareja. Por eso, es aconsejable que, si no disponemos del tiempo suficiente, estas aves las criemos de dos en dos, ya que de no ser así pueden incluso volverse agresivas por la soledad.

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El agapornis realmente no es que elija a una pareja de por vida. Su etiqueta de "inseparables" no lo da el hecho de que necesiten a otro miembro del sexo opuesto para sobrevivir. Es más, en muchas ocasiones ese vínculo se crea entre aves del mismo sexo. A lo que realmente hace referencia es a que es un ave tan sociable que necesita mantener una relación, bien sea con un miembro de su especie o creando un vínculo con su dueño, ¡llegando a parecer un "enamoramiento"!.

Estas aves bien es cierto que suelen convivir en parejas, y que ese lazo se estrecha más en el momento de cría, pero esto no quiere decir que sean monógamas ya que eso supondría un grave problema a la hora de perpetuar la especie.

… o promiscuos?

Realmente la relación de pareja del agapornis es por decirlo de algún modo "abierta". Establecen un vínculo con su pareja, pero no un vínculo monógamo. Permanecen juntos, a veces de por vida, pero tanto el macho como la hembra pueden llegar a copular con otros agapornis para luego seguir al lado de su pareja.

En algunas ocasiones este hecho se ha podido comprobar en la época de cría. Los machos alimentarán y cuidarán de la hembra y los pichones, pero si no han tenido demasiadas crías, el macho tiende a buscar otras hembras con las que copular. Y lo mismo pasa al contrario. Si en época de cría se presenta un macho al que la hembra considere más apto genéticamente, no dudará en rechazar a su pareja, aún habiendo tenido otras nidadas con él, para criar con el nuevo macho mientras mantiene la relación con su primera pareja. En definitiva, nos encontramos con un instinto para mantener la especie y asegurarse de ampliar su herencia genética.

Necesidades sociales

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Lo que sí es cierto es que los agapornis necesitan mantener un vínculo activo de por vida. Por eso, habremos oído muchas veces que cuando se muere uno de los dos, el otro acaba muriendo de pena. Esta relación hay que verla como un vínculo roto, que si reparamos de manera efectiva y rápida sustituyendo la pérdida, muchas veces no acaba de una manera tan trágica.

Si necesitamos encontrar un nuevo compañero a nuestro agapornis, podemos tener algunos consejos a tener en cuenta:

  • Hay que asegurarse bien del sexo del ave que adquiramos. Hay que acudir a expertos que sepan diferenciarlos bien, ya que es muy habitual que acabemos confundiéndolos. Si variamos el sexo del compañero que tenia nuestro agapornis, puede que acabe rechazándolo.
  • Sería aconsejable que fuese lo más parecido al compañero anterior. Eso facilitará que lo asocie y que lo admita de manera más rápida.
  • Prestarle la suficiente atención, pero sin llegar a forzarlo o presionarlo demasiado, ya que ante la pérdida puede que se acabe agobiando demasiado.